Perdón es el olvido
Perdón es el olvido, el santo olvido.
Déjenme solo, solo yo y mis sueños,
mientras me besan-párvulos, risueños-
el Eresma, el Clamores con sonido.
Déjenme en paz, mi paz, la que hace nido
aquí en mi oscura rama. Qué pequeños
diviso desde aquí celos y empeños.
Bésame, brisa, el labio y el sentido.
Yo nací para amar y a nadie odio.
Apiádate de mí, mi ángel custodio,
y llévame a tu azul de Guadarrama,
más alto que el pinar, más que la nieve.
Y en tanto el corazón sosiega y ama,
de la mano de Dios el tiempo nieve.
G. Diego
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