...por debajo de la catedral cruzan caminos andados hace ahora dos mil años, y por encima de ella, concluyen las estrellas y todo permanece, pues, estupefacto. En la entrada de la Catedral, los profetas levitan igual que si fuesen gaviotas cerniendo su temblor sobre las aguas, y los músicos ancianos aguardan espectantes la señal que les permita comenzar la sinfonía del fin del mundo; en tal gesticulación levemente insinuada, llevan siglos de silencio...
" los otros días " Alfredo Conde.
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