miércoles, 22 de junio de 2011
poema 1
Recuerdas niña lo bien que antes
sabíamos callarnos,
volcarnos por ejemplo aquellas tardes
sobre la barandilla fresca
y mirar a la ermita, sólo eso
Tanta fue la traición luego
de los días agotadoramente largos
que nos volvimos charlatanes, locuaces,
alegres bailarines ante el éxito de cualquier
insensata labor de vigilancia
Signos del declive ya por entonces
te hablo de los años amarillos:
una tras de otra las nueces salían negras
los melocotones ásperos olvidaron oler a melocotón
por esos días se jodió todo niña, eso pasó
Se bifurcó salivosa la trayectoria
de nuestras paciencias, todo se hizo
pequeño y tropezamos en cada esquina,
denegamos cautos nuestro derecho
a no cerrar los ojos en presencia del otro
Caímos alarmados en la cuenta
del mínimo espacio de nuestra soledad
sin rincones ni cerrojos
corrimos a comprar candados e hicimos celosías
en los vanos y arrancamos las aldabas de por fuera
Añoramos subterráneos sin accesos donde
calmar el latido de cada encuentro accidental
(no los había de otro modo),
celosamente extraños entre extraños
enloquecimos niña, eso pasó
Minuciosos escrutadores de nuestras costuras
nos rendimos sin luchar como se suele,
llamamos melancolía a lo que era
ya entonces tristeza espesa como azogue
y gritamos ante farmacias sin receta
Nos fuimos niña, eso pasó
cada uno por su lado al mismo sitio
nítido, de recintos descuadrados,
vacío de heladas y de tardes
… … … … … … … …
… … … … … … … …
recuerda aquel entonces como yo
verás que era perpetuo el silencio de los días
que éramos dioses nombrados cada víspera
que tuvimos el infinito entre las manos.
a.r.seguín
viernes, 17 de junio de 2011
ORIGEN
La primera entrada del tomo 67 de la enciclopedia Espasa es Varjalva.
[Geog., población del antiguo comitado húngaro de Torda Aranyos. Rumania. A 10 kilómetros al NE de Torverezko, en la orilla derecha del río Aranyos, afluente del Maros, perteneciente a su vez a la cuenca del Danubio... 1200 habitantes magiares y rumanos...]
Ahí nació F. Él mismo lo confesó una tarde que navegábamos entre Aguiño y la Isla de Sálvora. Me contó también que en 1982 estuvo dos semanas buscando el lugar y no dio con él, que vagó como un amnésico por aquellas montañas sin tropezarse con nadie...
Cuando desembarcamos, Sálvora estaba desierta.
El mundo envejece, le dije señalando las casas abandonadas.
Especialmente alguno de sus rincones, añadió F. sonriendo.
miércoles, 15 de junio de 2011
Dublinesca: Vila- Matas
(Dublinesca, pág. 84